3/12/08

Fernando Álvarez de Sotomayor



Fernando Álvarez de Sotomayor (Ferrol, La Coruña, 1875 - Madrid, 1960). Estudió el bachillerato en el Real Colegio agustino del Escorial. Intentó seguir varias carreras, dedicándose finalmente por completo a la pintura. Fue discípulo de Manuel Domínguez. Pensionado en Roma, conoce a fondo la pintura renacentista y barroca de florentinos, romanos y venecianos. Destaca muy pronto, puesto que en 1904 obtiene la segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes, y la primera dos años más tarde, en 1906. Es condecorado en 1912, y en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 tiene el honor de destinársele sala independiente.
También obtiene distinciones en el extranjero, como medalla de bronce en Lieja y de oro en Munich, en 1909. Sigue acumulando galardones en muestras internacionales de Barcelona, 1907, y Buenos Aires, 1910.
Miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando desde 1922, es nombrado director de la misma en 1953. Antes ha vivido plenamente la gloria en América, ya que es designado profesor, y después director, de la Escuela de Bellas Artes de Chile desde 1911. Fue subdirector del Museo del Prado desde 1919 y director en 1922, cargo que desempeña hasta el advenimiento de la República en 1931, y recobra en 1939, al concluir la guerra civil, desempeñándolo hasta su muerte. Ganó el premio March de pintura en 1956. Con motivo del centenario de su nacimiento se celebró en el Palacio de Velázquez del Retiro una monumental exposición retrospectiva con más de un centenar de sus obras.
Está representado en los principales museos de España, Europa y América. Es un artista que recoge la mejor tradición del Renacimiento y sobre todo del Barroco. Su principal maestro es Velázquez, cuyos ambientes paisajísticos, en el retrato, evoca muchas veces. También es considerable la influencia que ejerce en su obra la pintura flamenca, desde Rembrandt a Frans Hals.
Abordó todos los géneros, desde la composición histórica o mitológica a la escena folclórica, en la que son universalmente conocidas obras suyas como «Boda en Bergantiños». Como retratista es también un maestro, con piezas de excepción cuando no sé da el compromiso social, aunque incluso en ese ámbito concreto siempre hay en su obra empaque, dignidad y belleza.
La faceta menos conocida de su pintura es el paisajismo puro. Arrastrando los modos impresionistas construye la obra con los mínimos elementos. Bastaría el ejemplo del «Paisaje del Berbés», que conserva el Museo de Pontevedra, para calificarlo de maestro.
Es el enlace, el necesario eslabón, entre la pintura barroca y las tendencias innovadoras que surgen desde comienzos del siglo XX, y a las que nunca quiso adscribirse.

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